domingo, 19 de marzo de 2017

Sed, agua, Espíritu Santo

Las lecturas de la Misa de hoy nos hablan de la sed y del modo en que el Señor la sacia. A poco que nos detengamos a pensar, todo en nuestra vida -nuestras búsquedas, proyectos, deseos... - responde a nuestra sed de plenitud. Jesús lo sabe mejor que nadie y nos invita a acudir a Él pidiéndoLe el agua viva que sólo Él puede darnos: su Espíritu, que es el amor de Dios derramado en nuestros corazones; ese Espíritu que, dentro de nosotros, se convierte en una fuente de agua que salta hasta la vida eterna.


Relee en Su Presencia el Evangelio de la samaritana (Jn 4,5-42) y encuéntrate con Jesús que te espera, cansado del camino, sentado en el brocal del pozo. DiLe que tienes sed de Él; mucha sed... Y celebra el don de Su Espíritu que derrama en ti: ¿sabes que está deseando hacerlo? Escucha en tu interior el rumor de esas aguas de vida y adora al Padre desde Su Hijo y el Espíritu Santo que han hecho morada en ti por la infinita misericordia de Dios. Así quedará saciada tu sed y te convertirás en el adorador que el Padre quiere.