lunes, 19 de octubre de 2015

Ser ricos ante Dios

Jesús nos invita hoy a despojarnos de las "riquezas" que nos empobrecen y estorban para ser ricos ante Dios (Lc 12,13-21). 

A raíz de las palabras del Maestro me imaginaba que cada uno somos como una suerte de bloque de piedra sobre el que Él va cincelando la imagen que realmente cada uno es y que ha sido sepultada bajo infinidad de adherencias que la han desfigurado. Y pensaba que la vida espiritual consiste, realmente, en quitar lo que estorba no en poner nada. Porque todo nos ha sido dado desde el principio con el bautismo: con la filiación divina se nos entregó la herencia paterna.

Dios nos ha prometido hacernos hijos en su Hijo porque de hecho ya lo somos verdaderamente. Y su gloria, nos lo recuerda Pablo en la primera lectura (Rm 4,20-25), consiste en que confiemos plenamente en que Él es capaz de hacer lo que promete.

¡¡¡Ánimo!!! Que si le dejamos su sueño sobre cada uno de nosotros se verá cumplido. Que el Espíritu nos dé la docilidad que necesitamos para dejarlo hacer. Porque los golpes de cincel y martillo duelen, pero sacarán de ti y de mí la imagen del Hijo que vive ya oculta en nuestro interior.