Hoy, fiesta de la Presentación del Señor, quiero proponerte
algo: vamos a acompañar a María y a José camino del Templo. María, con el Niño
en brazos no deja de mirarlo. José, silencioso y sonriente, contempla a la
Madre y al Hijo deseando no perder ni un detalle.
Y tú y yo podemos pedir al Santo Patriarca que avise a su
esposa de que vamos detrás y nos gustaría entrar con ellos al Templo. Así, los
dos nos presentarán al Padre junto a Jesús. Y con Él podremos hacer ofrenda de
lo único que Dios quiere: nuestro corazón.
Que este sea hoy nuestro sacrificio y que, mirándonos con
misericordia, Dios haga sagrada nuestra sencilla y pobre donación que quiere
ser total y para siempre.