Hoy, día de San Andrés, la liturgia nos propone el evangelio de Mateo para que contemplemos la llamada de este hombre de Betsaida que dejó todo para seguir al Maestro (4,18-22).
Leyendo esta mañana el pasaje consideraba la inmediatez con la que Andrés y Pedro -también Santiago y Juan- dejaron lo que tenían entre manos para irse con Jesús. "Inmediatamente", "inmediatamente"... Este adverbio resonaba en mi cabeza y en mi corazón. Y pensaba que, del mismo modo que Andrés no se dejó enredar por las redes sino que las soltó con rapidez para empezar una etapa nueva de su vida, tú y yo somos llamados cada día muchas veces por Jesús -hoy también- para que no nos dejemos enredar por lo que nos ocupa y, libres de estorbos, le sigamos.
Ojalá que hoy tú y yo no nos quedemos "enganchados" en nuestras ocupaciones, en ese incidente que nos ha molestado o en ese otro que nos ha llenado de alegría, sino que, a partir de ellos, elevemos nuestro corazón a Jesús dispuestos a escuchar su voz que nos llama para que coloquemos cada cosa en su lugar, para que otorguemos a cada suceso, encuentro o desencuentro, su justa medida. Así todos y todo serán motivo para seguir a Jesús que está a nuestro lado y quiere que vayamos tras Él.